lunes, 18 de noviembre de 2013

Sacrificios


Tanto hablar de Inquisición, me ha recordado un relato que escribí hace tiempo. Está basado en una partida de campaña que jugamos en GW Valladolid. Mi personaje se llamaba Aalekzander Dagon, y pese a lo inútil que era (tenía un gusto y tendencias suicidas inesperadas), le cogí cariño al personaje.  ¡Espero que os guste!




Sacrificios



"El éxito se mide con sangre; sea tuya o de tu enemigo"

Aalekzander Dagon,
Inquisidor del Ordo Malleus.
Sector Franja Este 732.569





El cíclope de metal miró con su ojo al desafortunado que tenía justo delante.
Hasta ahora, un rayo de fusión del cañón siempre había bastado para inutilizar al enemigo durante el resto de sus días. Una mirada suya era como mirar directamente al Emperador a los ojos.
Hasta ahora, una mirada siempre había sido más que suficiente.
Hasta ahora.

Las paredes del blindado sonaban como si las golpeara el mismísimo dios de la sangre. Como si la ira de un dios violento y enfadado desatara toda su rabia a golpe de martillo contra el blindaje del “Ira y Castigo”. El espíritu de la máquina aullaba de dolor, mientras las puertas del Land Raider cedían y se sometían a la brutalidad de su agresor.

Pero no. No era algo tan épico ni glorioso: Ni lo que les golpeaba era un dios, ni los aullidos que oía eran los de la máquina. Ese espíritu estaba condenado antes de que empezara la batalla; desde que aquel estúpido astartes le puso sus manos encima.
¿Quién, por el Sagrado Trono, era tan imbécil de acercar un vehículo contra aquella monstruosidad? Sin duda, un “favorito del Emperador”. Peligrosa combinación de orgullo y poder en un solo cuerpo, en su opinión.
De todas formas poco importaba ya aquel anónimo.
Como todo lo que planeaba su Señor, había alcanzado su propósito: Les había llevado al apestoso y hediondo líder del ejército xenos para cumplir su misión. Eso era lo único que importaba.

7 pensó en su enemigo. Nunca supo a ciencia cierta porqué les llamaban pieles-verdes. Suponía que debajo de toda esa sangre seca, barro, mugre y pintura de guerra, podría haber algo que fuera remotamente verde, pero desde luego no lo había visto nunca. A su entender, bien les podrían haber llamado ojos-amarillos, o sangre-negra.

Después de muchos y tediosos alaridos, la bestia metió su fea cabeza por el agujero del vehículo. Estúpida criatura, ¿qué creería que iba a pasar ahora?.

El “Ira y Castigo” se despidió  soltando una promesa de muerte, y explotó con los tripulantes dentro, llevándose con él al gigantesco orko.

5, 4, y 2 murieron en el acto. Los servidores se encargarían de recoger sus armas y equipo y devolvérselas al Ordo.  Los demás saltaron ágilmente, desenvainando a la vez sus armas de energía  y evitando los daños.
7 ya estaba cansado de estar sentado. El Kaudillo Orko se estaba levantando y por fin era hora de trabajar.

Las bestias eran torpes y lentas. 8, 7, 1 encabezaron el asalto contra la peña de orkos. 3, 6, y 9 les siguieron en una perfecta y coordinada danza de guerra. Verles bailar era un auténtico espectáculo de vísceras desparramadas y miembros amputados que parecía no tener fin. El ritmo lo ponían el entrechocar de las armas, los aullidos de sus enemigos muertos y el chapoteo de sus pisadas sobre la sangre orka. No hacía falta que se dijeran nada mientras bailaban. Uno podía pensar que sus perfectos y sincronizados movimientos eran fruto del duro entrenamiento, pero el hecho de que su Señor les hubiese cortado la lengua y sellado sus labios con un hierro candente en forma de “I”, también tenía  que ver.

Rebanadoras y dientes se intentaban acercar a los asesinos del culto de la muerte, pero en su camino sólo encontraban 2 cosas: o el aire o la daga de energía de algún asesino.

8 se movía con una gracia sobrenatural, y se compenetraba perfectamente con 7. Estos momentos eran importantes, pues sólo durante los combates reales era cuando podían expresarse libremente ambos. Lo que en los pasillos y jaulas de entrenamiento del asesinorum eran miradas fugaces y roces robados, en combate se convertía en auténtico éxtasis. Las ropas se ajustaban a sus cuerpos húmedos de sangre y sus espadas se cruzaban con pasión. No podían gritar de júbilo, así que lo hacían con sus cuerpos. 7 embestía con furia y 8 decapitaba  con frenesí. Cuando 8 realizaba una voltereta, 7 saltaba por detrás enarbolando su puñal y clavándoselo a un enemigo. 8 hincaba su arma en la dura carne de una criatura mirando a 7 con ardor, y 7 respondía abatiendo a otro más  sin apartar la mirada de 8. Bailando, danzando en una canción de muerte y pasión. Arrebato desenfrenado en medio aquella locura que se había convertido en su pequeño refugio para hablarse sin tapujos. Cada estocada, cada finta, cada quiebro y tajo, lo hacían con una sutileza apasionada, y así fueron orko tras orko hasta que no quedó ninguno.

En la orgía que estaba siendo la matanza, 7 y 8  se dieron cuenta que de repente se habían quedado sin nada  más a lo que apuñalar y que estaban solos en medio de un cráter con un Kaudillo Orko, intentado escapar de la escabechina.  7 y 8 se miraron y 8 arrojó sus puñales al aire. Girando sobre su pie, de una patada los lanzó despedidos directamente a la cabeza del bruto. Las armas, atravesaron limpiamente el cráneo del orko que cayó desplomado en su cobarde carrera. Aquel Kaudillo no volvería dar guerra.

Otro sonido atrajo su atención. Para variar, esta vez no eran aullidos, si no algo más parecido a un silbido. Exactamente el sonido de 5 misiles acercándose a toda velocidad. 7 y 8 se cogieron de las manos y se tocaron con la frente.


-Aalekzander, estas prácticas han de terminar. - El gigante gris no tenía ganas de discutir con el hombrecillo.

-Hermano Lazarius, no esperaba que te turbara tanto el final de…

-No soy tu hermano, Inquisidor. Soy un Justicar y como tal me tratarás. Ahora sólo lo diré una vez más: No quiero volver a ver sacrificios de este tipo.  La Inquisición podrá malgastar los recursos que le venga en gana, pero los Caballeros Grises no volveremos a colaborar de seguir con estas atrocidades. Si no haces caso de mi advertencia serás juzgado y te aseguro que serás declarado “extremis hereticus”.

El humano, enfundado en armadura de exterminador, terminó de acoplarse su cañón psi en el guantelete sin mirar al marine si quiera: -Lazarius, será mejor que prepares a tus hombres para la teleportación. Al parecer mis chicos ya han acabado su trabajo.

-Ni uno más.

Aalekzander Dagon no sabía si se refería a los asesinos humanos sacrificados, o al “Ira y Castigo”. Al fin y al cabo, con un astartes nunca se sabía, y la verdad, poco le importaba.

El Kaudillo estaba muerto.

4 comentarios:

  1. Mola!

    Por cierto, qué os parece esto?

    http://natfka.blogspot.com.es/2013/11/answers-to-inquisition-codex.html

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  2. Me mola mucho el relato. De hecho lo he leido dos veces ya!!!!!!
    Pd:wolfen ese comentario tiene q ver con el relato o algo??? Es q mi ingles......

    Un saludete a todos!!!

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  3. Albertirribus! Me pones los pelos de punta con tus relatos!

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