Muchas veces, cuando juego una partida, me gusta crear una pequeña historia. La que os presento a continuación es fruto de una partida por parejas que tuvimos los Caballeros Grises -¡benditos sean!- y los Salamandras, contra los Tiránidos y necrones. Hace ya bastante tiempo y creo que la cosa acabó en victoria. ¡Que la disfrutéis!
Reunión
“El mejor regalo que El Emperador hizo
a la Humanidad, es el odio.”
Coteaz Torquemada a
su acólito Alexei Lugovnik
+++Mensaje registrado por
el psíquico autorizado Cirius
Tomlek, al servicio del Inquisidor: Coteaz Torquemada.
Privacidad Grado: 1
Lugar: Formosa, sector
5j.32h., a las afueras de la meseta del planeta Lodanar.
Hora: 3:34 AM, ciclo
terrano.+++
-Así que reclamo el apoyo de un
capítulo Astartes y esto es lo que envían los Salamandras: un único marine…
Toma nota servidor- La expresión del Inquisidor no dejaba lugar a dudas. La
honda decepción de su rostro lo decía todo.
El gigante de ébano no podía
evitar pensar como alguien tan insignificante era tan impertinente. Cada paso
que daba hacia la diminuta figura, aquel hombre lleno de implantes y rodeado de
una cohorte de servidores encapuchados, le resultaba más desagradable. Sin embargo le rodeaba un
aura de autoridad y peligro pocas veces habituales en humano.
Aquello no se lo decía la
cantidad de datos que aparecían en su ocuglobo, que ya le había analizado de
arriba abajo a él, y a las más de ocho figuras ocultas en las sombras. Se lo
decía algo mucho más fiable: su instinto.
-Sinceramente astartes, esperaba
un recibimiento más adecuado para un Inquisidor del Ordo Malleus. Identifícate.
-No soy yo el que ha pedido ayuda
y una reunión nocturna en un rincón de un planeta abandonado. Dime lo que
quieres y te diré a lo que estoy dispuesto. Torquemada.- El marine espacial
pronunció lentamente el nombre del Inquisidor, sin duda, tratando de
amedrentarle. Coteaz sonrió de medio lado. Aquel era un marine singular. La
mayoría de los hombres se meaban de miedo con sólo saber que estaban ante el
Señor de Formosa, y ese marine le hablaba por su nombre de pila sin pestañear
siquiera. Pero claro, a quien
tenía enfrente no era un hombre corriente. Ni siquiera era un hombre. Era un
adeptus astartes, y como tanto les gustaba repetirse a sí mismos, no conocía el
miedo.
-Sabes mi nombre. Eso te lo
aplaudo. Ahora responde ante mí.
Nombre y posición.
Vulkan sintió como la presencia
intimidatoria de aquel humano trataba de colarse en su cerebro y doblegar su
voluntad. -No me gusta que intenten forzar mi mente, Inquisidor.
Debería recordarlo cuando hable con otros hermanos, porque estoy seguro
de que no serán tan compresivos. Déjese de jueguecitos mentales y exponga su
problema.
Coteaz volvió a sonreír de medio
lado. Sin duda ese astartes estaba lleno de sorpresas. Cada vez le gustaba más
y más. Sería un gran aliado en la batalla que se avecinaba, pero no por ello
iba a consentir que le hablase de esa manera.
-Sigo sin conocer tu nombre. Y tú
también deberías recordar que la próxima que me hables así, seré yo el que no
sea tan comprensivo.
Vulkan estaba cansándose de tanta
palabrería, así que sólo para terminar esa absurda lucha de posiciones accedió
a decirle su nombre.
El gigante se quitó el casco,
clavó su elaborada lanza artesanal en el suelo, y habló. Ya no sólo con la voz robotizada y despasionada que
se oía detrás del comunicador, si
no con una voz grave y atronadora como la justicia del Emperador. Unos ojos
rojos como el corazón de una
estrella miraron a través de su negra piel:
-Humano, hablas con Vulkan
He’stan. Padre Forjador de la décimo octava legión, los Salamandras. ¡Forjados en los fuegos de la batalla, sobre el yunque de la guerra!
Así que expón tu
problema de una maldita vez, mi paciencia tiene un límite.
-Qué apasionado
para ser una mera presentación. Yo soy Coteaz Torquemada. Encantado. ¿Ves
cuánto tiempo hubiésemos ahorrado si me lo hubieras dicho desde el principio?.-
En verdad que todo aquello divertía al inquisidor. Demostrar a los astartes que
no les tenía ningún miedo, que de hecho era superior y que podía hurgar en sus
simples cabezas de guerreros cada vez que quisiera, le daba una satisfacción
personal. Coteaz soltó su martillo demonio, y lo apoyó en el suelo. Estiró el
brazo derecho y un ciberáguila de dos cabezas se posó en él para subir hasta su
hombro. Era la señal para que el asesino del culto Vindicare, oculto muchas
millas más allá de lo que Vulkan pudiera ver, dejara de apuntar al gigante a la
cabeza.
En una loma, en la
oscuridad de la noche, el asesino recogió su rifle Exitus y desapareció.
-Muy bien Vulkan,
la situación es la siguiente: Una flota enjambre se dirige hacia el planeta
Epsilon IV. Torquemada hizo un gesto con la mano y un servidor encapuchado
salió de detrás del inquisidor con un pictógrafo. En la imagen se veía el
Sistema Epsilon y cómo un tentáculo de la flota enjambre se dirigía directa a
por Epsilon IV. Un pequeño planeta
imperial, con una colonia minera medianamente importante, que nutría de
promethio a gran parte del Sector.
-¿Qué población
tiene ese planeta?- preguntó Vulkan.
-Cerca de 3 mil
millones de personas, y un ejército Imperial ciertamente pequeño. La colonia minera siempre ha sido leal
y segura en gran medida. O al menos todo lo leal y segura que es una población
hoy en día. No ha sufrido invasiones xenos en mucho tiempo y los casos de
herejía son en núcleos muy concentrados y controlados del planeta. Por eso la
presencia de Guardia Imperial es poco menos que la obligatoria para con el
diezmo. El gobernador es un hombre de paja puesto por los locales, pero que al
menos hace su función. Se sienta en su cómodo sillón, y se dedica a poco más
que hacer que las flotas
comerciales de promethio partan a los planetas del resto del subsector.
-Ya veo. Una
defensa planetaria mal construida y poco defendida ante una invasión xenos. ¿y
qué sabemos del enemigo?
-Como podrás
comprender, mi red de espías no funciona muy bien con las criaturas tiránidas,
-Coteaz casi sonrió para sí mismo por su ocurrencia- pero mis observadores han
podido ver por lo menos dos tiranos de enjambre alados. Sin duda eso te
facilitará saber el tamaño del enjambre….
-¡Sangre del
Emperador!. Inquisidor, ¿me está diciendo que hay condenadas 3 mil millones de
almas?
-No. Le estoy
diciendo que si no me ayuda, millones de vidas humanas serán devoradas por unos
criaturas monstruosas y un sistema solar entero se quedará sin promethio. Y
posiblemente también asimilado por esta creciente amenaza. ¿Me ayudará, Padre
Forjador? –Coteaz podría pecar de muchas cosas (de demasiadas, según otros
inquisidores), pero era un excelente orador y conocía siempre a la perfección
con quién estaba hablando. No sólo había apelado al gran sentido humanitario de
todos los Salamandras, si no que también había hecho hincapié en la importancia
estratégica del planeta, además de llamar por primera vez al salamandra por su título. Antes de
que Vulkan abriese la boca, ya conocía la respuesta y que el orgulloso marine
accedería.
-No. Los
Salamandras no acudirán a tu lado, Torquemada. – Coteaz no movió ni una ceja,
sin embargo el estupor debió parecer patente y divertido para el marine, que
sonrió diciendo: Acudiremos a ayudar a esos pobres condenados. No a ti. –Coteaz
se relajó. Desde luego aquel astartes era singular e imprevisibe…. Pero no
tanto.
Vulkan se dio
medio vuelta y regresó a su nave transporte.
Epílogo
-Coteaz…
-¿Sí, Alexei?
El acólito estaba
esperando a Coteaz apoyado en el costado de un chimera. -Ya he contactado con
los Caballeros Grises. Nos traerán a la Muerte
y Victoria y a la escuadra de Lukin.
-¿Una Stormraven y
una escuadra de expiación?, bien. ¿Qué más?
-Los venerables
hermanos Lucius y Víctor también vendrán.
-Mágnifico, dos
dreadnoughts. Con eso y el apoyo de los Salamandras será suficiente.
-A propósito, ¿comentaste al astartes lo del cubo necrón que buscamos?
-¿Por qué crees
que le debería decir a un marine que se dirige directo a un antiguo mundo cripta, en el que hay poderosa tecnología alienígena esperando a ser estudiada? ¿Para
que la destruya en un ataque de “ira divina astartes”? Digamos que vendrá, y
que no le hacía falta saber nada más. Ahora apaga eso y llévame a casa. Mañana
será un día muy largo.
Alexei apagó su
cigarro de llho contra la oruga del chimera y pusieron rumbo al norte.
Desde luego una enorme motivación para la partida!!! Muy buen relato si señor!!!
ResponderEliminargrande!!!
ResponderEliminarUna pasada de relato! Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias, Malekor. Y, ¡¡gracias por pasarte!!
EliminarInspirador!!
ResponderEliminarSillón j, de la letal academia de 40k, te mereces
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